sábado, 24 de marzo de 2012

El pequeño acompañante de cualquiera.

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Entre los años de 1860 y 1863, se cuenta que en una mansión casi afueras de la ciudad de Hamburgo, Alemania, habitaba un psicólogo famoso en el pueblo, llamado Doctor Wilhem, vivía un tanto solo por que murió toda su familia, no tenia hijos ni mascotas y se entregaba totalmente al estudio que tanto amaba, la psicología. A el le interesaba mucho las reacciones de las personas cuando surge una sorpresa, sea cual sea la sorpresa esta, el estudiaba cada reacción psicológica en los pacientes, pero... ¿Que ganaba el pueblo al prestarse en las pruebas del doctor, si ellos no tenían ninguna enfermedad en la mente? El y el emperador Federico III, quedaron en un pacto. El hijo del emperador, se llamaba Guillermo II, tenia una enfermedad psicológica muy extraña, lo cual ningún doctor en el país podría determinar que le afectaba, el único que podría curar era el Doctor Wilhem. El curo al niño, pero no quiso decir como lo logro, al haber curado al niño, lo cual tardo mucho, el emperador le ofreció oro y a su pueblo para cualquier estudio que tuviera en mente. Lo interesante de aquí, es que el doctor cambio mucho su actitud y manera de pensar al estudiar a Guillermo II, el psicólogo iba diario al castillo a consultarlo, muchos cuentan que el doctor llego hacer brujería para curar al niño, tanto que vendió su alma y por eso cambio su forma de ser y así hay muchos rumores. Lo que en realidad paso fue que el niño no presentaba ninguna deficiencia mental ni nada fuera de lo normal, el problema es que cuando el doctor se retiraba, Guillermo, empezaba a sufrir síntomas de bipolaridad de grado uno, que era ansiedad y depresión, y también sufría de la hipocondría, cada vez que Wilhem lo visitaba, simplemente el niño ignoraba al doctor y se ponía a jugar con sus juguetes. El doctor, un día, un tanto harto por que lo ignoraba, utilizo una técnica para que hablara el niño, charlaron y charlaron acerca de lo que jugaba con sus muñecos y las ultimas palabras que dijo Guillermo fueron: "Si lo buscas no lo encontraras, por lo cual uno vive diario con ello. Al final te darás cuenta de mi padecimiento".