martes, 12 de febrero de 2013

La cita.


No pido demasiado al referirme de un momento preciso.
Pero ahora nadie me juzga y la vida me cobra con un gran precio.
No se puede comparar con los demás al tener que aguantar la lluvia.
Si de lo que gustan es poder ver el arco iris sin de grandes aguas turbias.
Solo me espera mi mujer con mis últimos respiros.
Una mesa, nuestra comida favorita y bien vestido.
Nuestro comedor esta en la grande montaña florecida.
Y rozaremos los destellos del sol que nos acompañaran este día.
Desde el primer beso de casados que dimos, soñaba con esto.
Mis pesados y últimos momentos comiendo con mi doncella.
Amante de la naturaleza al igual que mi mujer bella.
Sobre ella, mi vida. Mi influencia de cada uno de mis gestos.
Siempre tenia la mala costumbre de llegar tarde en una cita.
Eso, hoy no cabía en mis planes y me ataba la corbata de prisa.
Los pájaros con sus cantos encantaría la comida.
Y el sonido del viento jugando con su pelo, que mejor.
El alto costo de cumplir mi gran sueño fue grande.
Aparte que nunca tenia tiempo con ella, no tenia tiempo para ser padre.
En algún momento susurrare a mi hijo que siempre lo amare.
Espero que mi ser, mi alma no reencarne en el.
No fui de lo mejor y podría llegar a decir que de lo peor.
Siempre me juzgaban pero ¿ Quienes eran ellos para hacerlo?.
Solo buscaba la verdad y las respuestas a todo enigma.
Y ahora mi enfermedad que no esperaba me quita la vida.
Me imagino a mi esposa vestida con su vestido favorito.
A tan solo unos veinte minutos de mi gran sueño, mi anhelo.
Lastima que mis venas se cerraron antes de tiempo preciso.
Triste que nunca pude cambiar lo que fui y nunca lo seré.
Y por siempre mi sueño será la cita que nunca tendré.

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