No un amor de rutina. De esos donde ni siquiera se miran a los ojos cuando se levantan. Cada quien toma su camino durante el día, sin dirigirse la palabra hasta ya tarde. Y por ese silencio que hubo durante el día, no podernos abrazar durante la noche fría de ese lunes, martes o miércoles.
Quiero un amor con el que pueda disfrutar un amanecer de domingo. Levantarnos a las cinco o seis a ver el sol, compartir un suspiro, y volvernos a dormir.
No tener que levantarnos en todo el día. O si lo hacemos, que sea para tomarnos una taza de café en la cochera. Y si llueve, mejor.
Leernos poesía una parte de la tarde. De esa como la de Benedetti o Sabines que se que le va a encantar.
Y tal vez al anochecer en vez de café tengamos té. Y estaremos sentados en la oscuridad de nuestra habitación, acurrucados. Tranquilos.
Quiero un amor de domingo.
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